Orlando Gil
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DIFERENCIA.- Los políticos pueden meterse a periodistas y eso no altera ni cambia nada. Cada cual tiene su lenguaje, sus intereses, sus finalidades, de manera que se confunden los que quieren hacerse mensos. Que no es lo mismo cuando se da al revés. Que el periodista se mete a político, o quiere llevar a cabo sus tareas, como sucede en la actual campaña. Tal vez esta última apreciación explique la ausencia de los reportajes, de las denuncias y acusaciones que se hacían en los medios de innegable acreditación. Se dieron cuenta de que estaban haciendo el trabajo de otros, pues la campaña es un tiempo para que los candidatos o sus partidos convenzan a los electores de las virtudes de sus propuestas. Si un bando de oposición interpreta que su adversario del gobierno falta a la moral y que administra los fondos públicos de manera engañosa, debe decirlo y sufrir las consecuencias. Entre ellos pueden sacarse las lenguas o mentarse las madres. Pero cuando lo hace un programa, la cosa cambia. Las respuestas no pueden ser iguales y las reacciones tampoco...
EL FENOMENO.- Llamé la atención sobre el fenómeno y advertí que no produciría los resultados esperados, pues no puede negarse la importancia de los medios, pero estos no son útiles electoralmente hablando a menos que los hechos políticos sean favorables. Lo de mi pluma lo mató es una vieja leyenda que ni siquiera como cita emociona. El PRD cometió el error de confiar su estrategia a comunicadores, y éstos hicieron el trabajo hasta que se hizo muy evidente, y tuvieron que recogerse. Por ejemplo, la negativa del candidato oficial
Danilo Medina de dejarse arrastrar a un debate sin condiciones, como manso cordero que se lleva de la mano al matadero. Ahora se ve con asombro como le sacan la alfombra al candidato opositor, y con tanta violencia que lo tumban al suelo, sin que ninguno haga nada por levantarlo. Todo lo contrario. Como senadores romanos hasta los menos impensables clavan sus dagas en el cuerpo de César, y como si se tratara del drama de Shakespeare se susurra entre columnas: “¡Hasta tú, Bruto!”. Cuando la vergüenza llega, ninguna cara se resiste...
CHUCUMBELE.- Lo mismo del movimiento Participación Ciudadana, cuya arrogancia la llevó a extraviar el camino. No se dio cuenta de lo que si otros, de que ya no era una simple observadora electoral. Que era un arma de descalificación en el plano moral y que sus demandas de transparencia no eran ingenuas, inocentes. Servían a uno de los bandos, consciente o inconsciente, dejando de lado su papel neutro, e incluso de árbitro oficioso. La reacción no se hizo esperar. Como actuaba con la beligerancia propia de un partido más en campaña, se le enfrentó de manera abierta. Se denunció a uno de sus coordinadores por su vinculación con familiares del candidato Mejía, pero igual se mantuvo la ojeriza, aunque por lo bajo, contra su sustituto. No se quiso a Samir Chami Isa, y de algún modo se le hizo caer, pero tampoco a Francisco Álvarez, aunque no se dieran razones. Sin embargo, existen. Una carta que hizo circular entre amigos, allegados, gente conocida, en la que reprobaba a los actuales mandatarios y adelantaba que nunca volvería a votar por los peledeistas. Se convirtió en un enemigo declarado...
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