Mons. Ramón Benito De La Rosa y Carpio
Comencemos así esta historia, como si fuera algo del pasado. Hubo una vez en la historia de la República Dominicana, en la que el trabajador social fue muy valorado; hubo una vez en la que muchos hombres y mujeres querían ser trabajadores sociales, y existe todavía la necesidad de hombres y mujeres dominicanos que trabajen en la dimensión social.
Nosotros nunca podemos negar, que todavía en la mente, en la cultura, en la conciencia de los dominicanos hay un gran sentido de solidaridad y de preocupación por lo social.
No podemos tampoco nosotros olvidar, cómo la influencia que nos viene sobre todo de fuera, culturas foráneas que nos hace valorar más lo económico que aquello que se aporta.
El trabajador social dominicano de hoy, como el de ayer, ha de pensar que su profesión tiene sentido por sí misma, y que podrá caer, como en otros países, en la tentación de valorar su profesión por lo que se le paga o se le recibe.
Nunca será bien pagado el trabajador social, porque su entrega a las necesidades sociales de los barrios, de las familias, de los pueblos, dondequiera que estén, de eso no tiene precio ni tiene valor.
El trabajador dominicano de hoy, como el de ayer, ha de tener ante todo una gran entrega, y evidentemente, necesita ser pagado.
Ojalá que no ponga sobre su profesión y sobre sus intenciones de servicio, el dinero que pueda recibir o no recibir.
Hasta mañana, si Dios,
usted y yo lo queremos.
Vía: listindiario.com.do
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